Por Elino Villanueva/El Universal
El procurador de Justicia del estado, Fernando
González Rubio Cerecer, reconoció la ausencia de pistas sobre los autores de la ejecución de tres hombres en pleno centro
de La Paz, por líos con el narcotráfico, y sostuvo que ninguno de los fallecidos tenía relación con corporaciones
policíacas.
Sin embargo, uno de ellos, Gabriel Esteban Palomino
Antuna, asesinado de 28 balazos "cuerno de chivo", fue chofer y guardaespaldas del actual coordinador estatal de Seguridad
Pública, Adán Ruffo Velarde, durante su gestión como alcalde de La Paz,
entre 1993 y 1996, postulado por el Partido Acción Nacional.
A pesar de los "filtros" instalados en terminales
foráneas de la ciudad y el estado en busca de los presuntos responsables de la ejecución, el procurador de Justicia admitió
que lo único que se tiene es una colilla de un cigarro de mariguana y una máquina contadora de dinero, pues los sicarios actuaron
sin dejar huellas.
Por su lado, el delegado de la Procuraduría General de la
República, Pedro Guevara Pérez, descartó que la dependencia ejerza la atracción del caso y únicamente investigará
lo que corresponde al tipo de armas usadas y a la posesión de un vehículo reportado como robado en San Diego, Estados Unidos,
pero los asesinatos son de ámbito local.
En las instituciones policíacas y en la comunidad
destaca el profesionalismo de los autores del crimen, pues a pesar de que en el lugar había otros vehículos estacionados y
hay varios negocios con paredes de cristal no hubo huellas de violencia más allá de los asesinatos de los tres traficantes
de drogas.
De cualquier forma, analistas locales advierten
diversas "señales" y "lecturas", sobre todo si se toma en cuenta que uno de los asesinados, Gabriel Esteban Palomino Antuna,
fue guardia personal del coordinador de Seguridad Pública, Adán Ruffo Verlarde, cuya designación es una de las más cuestionadas
en el actual Gobierno perredista.